domingo, 27 de febrero de 2011

Ni el tiro del final

El 20 de octubre una patota de la Unión Ferroviaria atacó a balazos a un grupo que intentaba cortar una vía en repudio por despidos. Las balas dejaron una victima: Mariano Ferreyra, un dirigente estudiantil de 23 años y miembro del Partido Obrero. La Presidenta Cristina Fernández reclamó el castigo para los “autores materiales e intelectuales” y el propio Néstor Kirchner antes de su muerte encabezó un operativo jurídico político que permitió avanzar la investigación.

Pedraza, de la resistencia al entreguismo en los '90
Esta semana Wilma López, jueza a cargo de la causa, ordenó allanar la casa en Puerto Madero del sindicalista de la Unión Ferroviaria José Pedraza, uno de los principales sospechosos en el asesinato del joven militante.
El día viernes, ayer, la misma jueza le denegó la excarcelación a Pedraza por la muerte de Ferreyra porque consideró que podría entorpecer el avance de la investigación, ya que Pedraza también está involucrado en un intento de soborno a un camarista para liberar a los integrantes de la patota de su gremio que participó del crimen.

La UF convocó a un paro de 12 horas en varios ramales de la ciudad de Buenos Aires. A diferencia de lo que sucedió con Venegas, la detención del líder de los rieles no encontró eco en la CGT, ni la oposición política, ni en los medios corporativos. La fiscalía dejó trascender que tanto Pedraza como su segundo fueron instigadores y organizadores del asesinato de Mariano Ferreyra.



Los periodistas Mario Wainfeld y Horacio Verbitsky, de conocida trayectoria en el ámbito político, coinciden al momento de recordar a Pedraza en sus comienzos: un dirigente combativo, formado, de iniciación en el marxismo y luego encuadrado en el peronismo. Degenerado en su condición durante los noventa cuando Menem le otorgó el Belgrano Cargas. A partir de allí el curriculum del dirigente alistó denuncias por corrupción, generación de facturas truchas, servicios cobrados no contratados, tercerización y crecimiento sideral de su patrimonio personal hasta esperar placidamente en su piso de Puerto Madero la detención ordenada por la jueza Wilma López. “La paradoja de Pedraza duele – analiza Verbitsky -. Un dirigente que termina involucrado en el asesinato de un jóven que fue como él lo era de joven”. Pedraza mató la lucha, mató al obrero, mató el sindicalismo, mató sus proyectos de jóven marxista peronista, mató a Ferreyra, se mató a sí mismo.